martes, 24 de noviembre de 2009

(sin asunto)


Hoy no puedo escribir. 
Simplemente, me atoro con las ideas. 
No soy capaz de sacarme de entre las costillas 
toda la frustración enredada, 
los rosarios de decepciones amarradas. 


Hoy la rabia no me empuja hacia adelante:
ha decidido replegarse sobre sí misma
enfurruñada como niña chica,
como la tímida vecina tristeza
de la que siempre se ha burlado.


Hoy la confusión no estalla como petardos
dibujando en el cielo (o en el suelo)
desordenadas estrellas de colores,
sólo se me estanca como papel mojado
atorado en el borde del desagüe.


Hoy se me fue lejos la inspiración.
No quiero seguir manoseando las teclas
como si a punta de masajes se pudiera
hacer volver lo que jamás hemos tenido.
Hoy (creo que) no voy a escribir.



martes, 17 de noviembre de 2009

La angustia, por qué quiero, por qué escribo...


La cabeza hinchada, los ojos ardiendo, la sangre agolpándose en las sienes con ganas de huir lejos del alma atormentada...

Es como si el cuerpo se uniera a la rebelión del alma, como si gritaran juntos en son de protesta por el maltrato, por el descariño, por la injusticia, por las mentiras, por la insinceridad, por las traiciones de todas las formas, tamaños y colores...

Las manos se deslizan inquietas por el pelo, por el teclado, por la cama, por los labios, por la nuca... como si buscaran el lugar del reposo, la bahía exacta, el fondeadero donde guarecerse de toda las formas de furia del cielo... 

La única forma de refugio que he encontrado está en otros cuerpos: parejas, amantes, amigos, amigas... todo cuerpo que me brinde el afecto y el calor que necesito para soldarme a mí misma...aunque a veces sospecho que el secreto no reside propiamente en los otros ni en mí misma, sino en el puente del vínculo, en la confianza infundada, en el cariño sincero, fugaz e imprevisto, en la férrea determinación de jugar a la eterna ruleta rusa de la fe en la humanidad... y en saber que el riesgo de perder es lo que nos impulsa a jugar...

Perder sólo me desanima por un rato, pero nunca aprendo a desconfiar. Me gusta crear lazos, aunque después se lleven un trozo de mi piel con el lazo arrancado... y aunque duele lo acepto: pero cada minuto compartido, cada risa, cada mirada franca... eso no se va. Lo comido y lo bailado...

Las líneas que salen de mis dedos, las letras que se me cuelan de por entre las articulaciones, por debajo de la lengua, no son más que intentos de entender cómo funcionan mis puentes hacia el mundo, de teorizar y racionalizar lo que siempre a ras de piel: necesito a los otros. Mi mente necesita otra mente que dialogue con ella, mi cuerpo pide otro cuerpo al que sentir, mis ojos necesitan mirar en la compañía de otros ojos... No es rechazo a la propia individualidad, no es aferrarse a un otro que me saque la soledad existencial (que no se va a ir nunca), es la mera constatación de que nos necesitamos. Tan simple como eso. Nos necesitamos unos a otros. Hasta para la soledad.



Aspirinas


La ansiedad baja por la garganta como gusanos vivos y fríos. Ya no quiero escuchar más gritos, más llantos, más quejas, más peleas, más voces que chocan sordas contra las otras voces. La angustia se me acumula sobre la espalda, se vuelve dolor físico.Los fantasmas se vuelven corpóreos en la cabeza.

Doy vueltas en la cama sobre mis costillas, mis cabellos se pegan a la almohada, a las sienes, a los ojos. No necesito demostrarle nada a nadie, mucho menos tratar de venderme a mí misma una imagen de estoicismo que no necesito. Saco una aspirina de su cajita, esperando que ese comprimido blanco, si no puede matar los demonios de mi cabeza y los que duermen en el dormitorio de junto, los ecos de las disputas huecas, los malos recuerdos de años de mierda, sí pueda al menos matar el dolor de cabeza.


martes, 3 de noviembre de 2009

Después de esa pelea...


La rabia que se apodera de mis entrañas
y hace que bufen como en pelea de perros
la rabia que me consume y que me quema
como piras de papel ardiente

la rabia que se me incrusta bajo los dedos
la que me hace batir furiosa la lengua
la rabia que me impregna los ojos y la voz
y se derrama en medio de la mesa


la rabia que me acompaña en los días
y a veces también en las noches
gatas en celo, manada de ratas negras
persigiéndose en círculos concéntricos

las vísceras blandas, rojas y calientes
ahogadas en ganas de arrancarte los dientes

Exorcismo


Ya vuelven graves y diáfanos los recuerdos fantasmales. Cada noche se arrastran por las paredes, se descuelgan desde los enchufes, se esconden en el espejo.Los alaridos de cada capítulo se meten bajo mis uñas, hacen eco en mis huesos, me pintan cada poro de la piel con los azules, verdes y rojos tornasolados grandilocuentes de sus propios egos. Cada noche veo sus(tus) rostros reflejados en el del anterior, como una diabólica progresión matemática: se(te) repiten, te(se) repiten, se(te) repiten...

Cada noche me exorciso de mis fantasmas invocando la calidez de uno de sus cuerpos, la presión de una de sus manos sobre mi cintura, el aroma de uno de esos cuellos, el sabor de una de esas lenguas... entonces, aspirantes a machos-alfa al fin y al cabo, los demás se retiran indignados, y el pasajero vencedor de esa noche se tumba a la orilla de mis sábanas, hasta que mi sueño le sirve de excusa para irse sin despedidas. Otra vez.


lunes, 2 de noviembre de 2009

Reproches dodecasílabos (soneto)


¿Más miedo a la dulzura que a la violencia?
¿A la ternura y no a la agresividad? 
¿No es eso más miedo a ti mismo que a mí?
¿Con verme en pedazos niegas la verdad?

Cuando desarmadas mis manos están
de mi lado te alejas con desagrado
como si con sólo tocar esta piel
a las cadenas te vieses condenado.


Si mis ternuras te causan estertores
y te asusta ver lo que hacen las bondades
puede que me lleve lejos mis amores.


Pero vanos son mis versos y verdades
si cuanto sale de mis labios cantores
se olvida y lo niegas en otras ciudades.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Palabras

A mis "seguidores":
Jaicius, fuente clara de palabras bellas como gaviotas;
ђ nCrprs, remolino de pulsiones, mano amiga en el infierno.


Me gustan las palabras de otros 
acompañantes que una se topa de vez en cuando:
algunos tienen palabras que danzan,
que giran con gracia en la pantalla,
que se deslizan bellamente en la noche;

otros, palabras que aúllan,
que desgarran tímpanos, que remecen almas,
que inyectan verdad y sangre en la cabeza.

No me gustan las palabras dispuestas
en filas militares, frías, perfectas, 
analizadas concienzudamente:
me saben deshonestas.


Las mías corren torpes como niños
tropezándose solas como borrachos
y al igual que los niños y los borrachos
a veces inventan historias
pero no saben mentir.

El príncipe azul destiñe al primer lavado


La promesa se hizo juramento y el juramento se hizo cadena
la ilusión se volvió certeza y la certeza fue decepción

los amores crecen / maduran / envejecen / mueren
y mientras tanto se marchitan y pudren en el sillón


los sapos convertidos en príncipes se vuelven sapos otra vez
las princesitas rescatadas de las garras del dragón
día a día, poco a poco se vuelven brujas también
los cuentos de hadas suelen volverse cuentos de horror

Ojo con los avisos comerciales:
lea la letra chica
el león no es como lo pintan
publicidad engañosa
Disney miente
el príncipe azul destiñe al primer lavado.

Sur la nausée après de pleurer


Esa naúsea que se apodera de mi garganta
cuando el llanto se bate en retirada,
el asco que sube centímetro a centímetro
y se me queda en las muelas, en las mandíbulas
en el pecho, en la boca del estómago.


Quisiera sacar de mí esta confusión
omelette de dolor, rabia y esperanzas vanas
optimismo depresivo, tristes alegrías
todo lo que se me estanca como coágulos en el alma


El asco después del llanto
las ganas de sacar lo que las lágrimas
no pudieron limpiar.