martes, 17 de noviembre de 2009

Aspirinas


La ansiedad baja por la garganta como gusanos vivos y fríos. Ya no quiero escuchar más gritos, más llantos, más quejas, más peleas, más voces que chocan sordas contra las otras voces. La angustia se me acumula sobre la espalda, se vuelve dolor físico.Los fantasmas se vuelven corpóreos en la cabeza.

Doy vueltas en la cama sobre mis costillas, mis cabellos se pegan a la almohada, a las sienes, a los ojos. No necesito demostrarle nada a nadie, mucho menos tratar de venderme a mí misma una imagen de estoicismo que no necesito. Saco una aspirina de su cajita, esperando que ese comprimido blanco, si no puede matar los demonios de mi cabeza y los que duermen en el dormitorio de junto, los ecos de las disputas huecas, los malos recuerdos de años de mierda, sí pueda al menos matar el dolor de cabeza.


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