martes, 3 de noviembre de 2009

Exorcismo


Ya vuelven graves y diáfanos los recuerdos fantasmales. Cada noche se arrastran por las paredes, se descuelgan desde los enchufes, se esconden en el espejo.Los alaridos de cada capítulo se meten bajo mis uñas, hacen eco en mis huesos, me pintan cada poro de la piel con los azules, verdes y rojos tornasolados grandilocuentes de sus propios egos. Cada noche veo sus(tus) rostros reflejados en el del anterior, como una diabólica progresión matemática: se(te) repiten, te(se) repiten, se(te) repiten...

Cada noche me exorciso de mis fantasmas invocando la calidez de uno de sus cuerpos, la presión de una de sus manos sobre mi cintura, el aroma de uno de esos cuellos, el sabor de una de esas lenguas... entonces, aspirantes a machos-alfa al fin y al cabo, los demás se retiran indignados, y el pasajero vencedor de esa noche se tumba a la orilla de mis sábanas, hasta que mi sueño le sirve de excusa para irse sin despedidas. Otra vez.


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