lunes, 14 de diciembre de 2009

Y sigo con la autorreferencia...


Como si sólo pudiese escribir desde mis nervios.
Como si sólo pudiese escribir desde mi vientre.
Como si sólo pudiese escribir desde mis hormonas.
Como si no tuviese la más mínima capacidad de ser
inteligente, o al menos racional.

A veces, desearía que estas letras no se unieran
tanto a mí misma.
A veces me avergüenzo de mi propia
autorreferencia circular.


miércoles, 9 de diciembre de 2009

El vicio

 
"Tengo una palabra justa en medio de la lengua"
Jorge Díaz.
 
 
El vicio de escribir, compulsiva,
de arrojar palabras como caracoles,
de hacerlas chocar, de mirarlas,
de escupirlas como pepas de sandía.
 
El vicio que viene de la lengua,
de la piel, del vientre,
de la cabeza atormentada,
de la sangre misma.
 
El vicio que me nace en las noches
y a veces en las tardes muertas,
que regresa como la marea
y como las historias de amor.

El vicio solitario de sentir(me)
y de ver(te) en mis pesadillas,
de intentar exorcisar los fracasos
y proclamar mis pocas victorias.

El vicio privado que se hace público
y me agarrota los tendones,
el vicio de escribir para mí,
para ti, para todos y para nadie.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Y ya no te creo


Y me preocupa sentir que ya no duele.
Apenas un hormigueo de molestias vagas
ante el descaro de las mentiras.
Los muertos son los que no sienten.
Y las esperanzas y las confianzas muertas
enterradas bajo un cúmulo de decepciones
donde no se escuchan ni mis viejos lamentos.

Y me preocupa darme cuenta que ya no me importa.
Que ya no te creo, que ya no me asombra,
que las burlas pasan sin rozarme la espalda.
Que sin rabia verdadera no puedo intentar nada
porque ya no hay ganas de dar la vuelta
y oí de nuevo zumbar tus halagos huecos
pidiendo mi cuerpo con la cabeza en otra parte.


Que he perdido la fe en ti.
Que no la perdí, que tú la destrozaste.
Que ya no me da ni pena.
Que sólo extraño cómo era yo
cuando te creía.


martes, 24 de noviembre de 2009

(sin asunto)


Hoy no puedo escribir. 
Simplemente, me atoro con las ideas. 
No soy capaz de sacarme de entre las costillas 
toda la frustración enredada, 
los rosarios de decepciones amarradas. 


Hoy la rabia no me empuja hacia adelante:
ha decidido replegarse sobre sí misma
enfurruñada como niña chica,
como la tímida vecina tristeza
de la que siempre se ha burlado.


Hoy la confusión no estalla como petardos
dibujando en el cielo (o en el suelo)
desordenadas estrellas de colores,
sólo se me estanca como papel mojado
atorado en el borde del desagüe.


Hoy se me fue lejos la inspiración.
No quiero seguir manoseando las teclas
como si a punta de masajes se pudiera
hacer volver lo que jamás hemos tenido.
Hoy (creo que) no voy a escribir.



martes, 17 de noviembre de 2009

La angustia, por qué quiero, por qué escribo...


La cabeza hinchada, los ojos ardiendo, la sangre agolpándose en las sienes con ganas de huir lejos del alma atormentada...

Es como si el cuerpo se uniera a la rebelión del alma, como si gritaran juntos en son de protesta por el maltrato, por el descariño, por la injusticia, por las mentiras, por la insinceridad, por las traiciones de todas las formas, tamaños y colores...

Las manos se deslizan inquietas por el pelo, por el teclado, por la cama, por los labios, por la nuca... como si buscaran el lugar del reposo, la bahía exacta, el fondeadero donde guarecerse de toda las formas de furia del cielo... 

La única forma de refugio que he encontrado está en otros cuerpos: parejas, amantes, amigos, amigas... todo cuerpo que me brinde el afecto y el calor que necesito para soldarme a mí misma...aunque a veces sospecho que el secreto no reside propiamente en los otros ni en mí misma, sino en el puente del vínculo, en la confianza infundada, en el cariño sincero, fugaz e imprevisto, en la férrea determinación de jugar a la eterna ruleta rusa de la fe en la humanidad... y en saber que el riesgo de perder es lo que nos impulsa a jugar...

Perder sólo me desanima por un rato, pero nunca aprendo a desconfiar. Me gusta crear lazos, aunque después se lleven un trozo de mi piel con el lazo arrancado... y aunque duele lo acepto: pero cada minuto compartido, cada risa, cada mirada franca... eso no se va. Lo comido y lo bailado...

Las líneas que salen de mis dedos, las letras que se me cuelan de por entre las articulaciones, por debajo de la lengua, no son más que intentos de entender cómo funcionan mis puentes hacia el mundo, de teorizar y racionalizar lo que siempre a ras de piel: necesito a los otros. Mi mente necesita otra mente que dialogue con ella, mi cuerpo pide otro cuerpo al que sentir, mis ojos necesitan mirar en la compañía de otros ojos... No es rechazo a la propia individualidad, no es aferrarse a un otro que me saque la soledad existencial (que no se va a ir nunca), es la mera constatación de que nos necesitamos. Tan simple como eso. Nos necesitamos unos a otros. Hasta para la soledad.



Aspirinas


La ansiedad baja por la garganta como gusanos vivos y fríos. Ya no quiero escuchar más gritos, más llantos, más quejas, más peleas, más voces que chocan sordas contra las otras voces. La angustia se me acumula sobre la espalda, se vuelve dolor físico.Los fantasmas se vuelven corpóreos en la cabeza.

Doy vueltas en la cama sobre mis costillas, mis cabellos se pegan a la almohada, a las sienes, a los ojos. No necesito demostrarle nada a nadie, mucho menos tratar de venderme a mí misma una imagen de estoicismo que no necesito. Saco una aspirina de su cajita, esperando que ese comprimido blanco, si no puede matar los demonios de mi cabeza y los que duermen en el dormitorio de junto, los ecos de las disputas huecas, los malos recuerdos de años de mierda, sí pueda al menos matar el dolor de cabeza.


martes, 3 de noviembre de 2009

Después de esa pelea...


La rabia que se apodera de mis entrañas
y hace que bufen como en pelea de perros
la rabia que me consume y que me quema
como piras de papel ardiente

la rabia que se me incrusta bajo los dedos
la que me hace batir furiosa la lengua
la rabia que me impregna los ojos y la voz
y se derrama en medio de la mesa


la rabia que me acompaña en los días
y a veces también en las noches
gatas en celo, manada de ratas negras
persigiéndose en círculos concéntricos

las vísceras blandas, rojas y calientes
ahogadas en ganas de arrancarte los dientes

Exorcismo


Ya vuelven graves y diáfanos los recuerdos fantasmales. Cada noche se arrastran por las paredes, se descuelgan desde los enchufes, se esconden en el espejo.Los alaridos de cada capítulo se meten bajo mis uñas, hacen eco en mis huesos, me pintan cada poro de la piel con los azules, verdes y rojos tornasolados grandilocuentes de sus propios egos. Cada noche veo sus(tus) rostros reflejados en el del anterior, como una diabólica progresión matemática: se(te) repiten, te(se) repiten, se(te) repiten...

Cada noche me exorciso de mis fantasmas invocando la calidez de uno de sus cuerpos, la presión de una de sus manos sobre mi cintura, el aroma de uno de esos cuellos, el sabor de una de esas lenguas... entonces, aspirantes a machos-alfa al fin y al cabo, los demás se retiran indignados, y el pasajero vencedor de esa noche se tumba a la orilla de mis sábanas, hasta que mi sueño le sirve de excusa para irse sin despedidas. Otra vez.


lunes, 2 de noviembre de 2009

Reproches dodecasílabos (soneto)


¿Más miedo a la dulzura que a la violencia?
¿A la ternura y no a la agresividad? 
¿No es eso más miedo a ti mismo que a mí?
¿Con verme en pedazos niegas la verdad?

Cuando desarmadas mis manos están
de mi lado te alejas con desagrado
como si con sólo tocar esta piel
a las cadenas te vieses condenado.


Si mis ternuras te causan estertores
y te asusta ver lo que hacen las bondades
puede que me lleve lejos mis amores.


Pero vanos son mis versos y verdades
si cuanto sale de mis labios cantores
se olvida y lo niegas en otras ciudades.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Palabras

A mis "seguidores":
Jaicius, fuente clara de palabras bellas como gaviotas;
ђ nCrprs, remolino de pulsiones, mano amiga en el infierno.


Me gustan las palabras de otros 
acompañantes que una se topa de vez en cuando:
algunos tienen palabras que danzan,
que giran con gracia en la pantalla,
que se deslizan bellamente en la noche;

otros, palabras que aúllan,
que desgarran tímpanos, que remecen almas,
que inyectan verdad y sangre en la cabeza.

No me gustan las palabras dispuestas
en filas militares, frías, perfectas, 
analizadas concienzudamente:
me saben deshonestas.


Las mías corren torpes como niños
tropezándose solas como borrachos
y al igual que los niños y los borrachos
a veces inventan historias
pero no saben mentir.

El príncipe azul destiñe al primer lavado


La promesa se hizo juramento y el juramento se hizo cadena
la ilusión se volvió certeza y la certeza fue decepción

los amores crecen / maduran / envejecen / mueren
y mientras tanto se marchitan y pudren en el sillón


los sapos convertidos en príncipes se vuelven sapos otra vez
las princesitas rescatadas de las garras del dragón
día a día, poco a poco se vuelven brujas también
los cuentos de hadas suelen volverse cuentos de horror

Ojo con los avisos comerciales:
lea la letra chica
el león no es como lo pintan
publicidad engañosa
Disney miente
el príncipe azul destiñe al primer lavado.

Sur la nausée après de pleurer


Esa naúsea que se apodera de mi garganta
cuando el llanto se bate en retirada,
el asco que sube centímetro a centímetro
y se me queda en las muelas, en las mandíbulas
en el pecho, en la boca del estómago.


Quisiera sacar de mí esta confusión
omelette de dolor, rabia y esperanzas vanas
optimismo depresivo, tristes alegrías
todo lo que se me estanca como coágulos en el alma


El asco después del llanto
las ganas de sacar lo que las lágrimas
no pudieron limpiar.

sábado, 31 de octubre de 2009

Tarde de sábado


La espalda de la mujer está cubierta por los brazos firmes de él. Ella se aferra a su cuello como si la vida manara de su boca. El abrazo apresurado sobre las mantas mientras el sol brilla afuera, los niños gritan en el patio, los documentales en la televisión cuentan historias para nadie, los abuelos duermen la siesta en el cuarto contiguo. El instante supremo en el que están cara a cara la vida y la muerte. El blanco, el negro y el rojo fundiéndose en el cerebro en el momento de llegar a la cima, la pequeña explosión que derrumba las fronteras de los cuerpos y las barreras cotidianas, que nos deja los ojos y el alma desnudas por un segundo/ una ventana por la que mirarnos sin reservas.

De vuelta a la materia. Las ropas en el suelo, cogerlas de prisa antes que nos veamos con los ojos fríos. Hay que lavar la loza, hay que ver qué hacen los niños, hay que arrancarnos del pedazo de eternidad que recién compartimos. No pensar que nos miramos sin mentiras posibles, porque eso intimida. El abrazo cómplice se vuelve mecánico. Mejor correr a la cocina, por lo menos el agua corriendo por los brazos no se arrepiente de sus carreras sobre la piel.

sábado, 17 de octubre de 2009

Maltrato


Las heridas no sólo duelen en el cuerpo
las que más duelen son las del alma
las del corazón, las del orgullo.

Los moretones en la autoestima
las cicatrices en la dignidad
las fracturas en la moral
las heridas que duelen donde no se ve.

¿Cuánto cuesta recuperar lo que se quebró?
¿Quién me borra las marcas de la violencia
que quedan amarradas a la conciencia?

Los golpes que no sólo dejan hematomas
en la piel sino que también deshonran
que me roban la paz y me desnudan
bajo la luz cruda de la vulnerabilidad del cuerpo.

La fragilidad del cuerpo es la indefensión del espíritu.


sábado, 10 de octubre de 2009

Partidas perdidas


La lámpara de pared que se apaga sola
no es un buen indicio de otra noche insomne
la noche que se me cuela en las vísceras
no es una señal de luz en el camino

me río de los malos presagios
desoigo a la mala fortna
boto la sal al piso, quiebro imágenes repetidas
y corro al encuentro del gato negro

ya supe que las muertes que me quedan
son sólo parte del juego
que las apuestas perdidas
sólo me limpian los bolsillos de residuos


aprender a perder es mejor
que siempre ganar


sólo el que sabe perder
de veras sabe jugar.


martes, 6 de octubre de 2009

Las mujeres solas


Solas las mujeres solas
fuera de sí mismas 
vagan por las calles solas
con los sueños ahogados
en fluoxetina y mamaderas sucias
en horarios de oficina
y palabras rudas
en medio de las labores grises
del cansancio estéril
de la soledad de sus noches
plagadas de televisión y ronquidos.


Ya no lloran las mujeres solas
porque hasta las lágrimas se han secado
de tanto amamantar hijos
y lavar loza en las tardes
de tanto perdonar golpes y olvidos
y convertirse en pan cada día.


Las mujeres solas miran de reojo
a las otras mujeres solas
se reconocen
pero ya es muy tarde para el abrazo
porque el marido espera la cena
y hoy hay reunión de apoderados.


lunes, 5 de octubre de 2009

Encuentros

(...) tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola,
que del vecino
territorio del amor,
ese desesperado,
empezarán a mirarnos
con envidia.

Mario Benetti
Durante años esperé la llegada del amor,
ese amor tieno, comprometido,
ese amor rosado en el que me enseñaron a creer
viejas historias azucaradas y llenas de corazones rosados.

Llegó tantas veces,
tantas veces el arcoiris se destiñó en la rutina,
en el sarcasmo, en el rencor.

Tantas veces el príncipe azul cambió de ojos,
de piel, de voz,
y sin embargo, uno y miles
el príncipe resultó ser sólo un impostor.

Pensar que creía a pie juntillas las historias que me hablaban 
de finales felices con un vals como música de fondo.
Me condicionaron desde niña a creer
en una mentira piadosa.

Busqué infatigable a ese hombre prometido, 
a la mitad de la naranja.
Nadie me contó que yo ya era una naranja entera.

Con miles de caídas aprendí que no hay hadas madrinas
ni carrozas esperando para llevar a la princesa
que no soy / al baile de gasas del palacio.

Cuando ya me había cansado de buscar por calles y plazas
al príncipe inexistente,
cuando me resigné a ser Madeleine olvidada por el caballero,
Penélope que espera viuda sin saberlo,
te encontré.

Tú, que nunca serías caballero;
tú, que no luchas con dragones ni resacatas damiselas;
tú, que no viniste a buscarme en un caballo blanco
sino que nos tropezamos en el camino.

Entre las sábanas rojas y la media luz
de un hotelucho de tercera
no viniste a proponerme ser la reina de tu palacio,
 ni a salvarme de mi propio desconsuelo,
tú apenas me ofreciste un oído atento,
un cuepo tibio, una amistad a escondidas.

Sin darme cuenta de lo que hacía
tomé tu mano, miré en tus ojos
y encontré la franqueza tantas veces negada.

Compartimos camas de alquiler,
compartimos cafés de noche en un rincón,
compartimos miradas transparentes
en medio del humo y la cerveza,
compartimos la eterna nostalgia del estar vivos,
compartimos conversaciones sin fin
donde rehicimos el mundo según nuestros sueños.

No me ofreciste nada, y me diste todo.
Una amistad oculta se convirtió en mi refugio personal.
Todo lo iluminaste tú, amigo.

Con tus ojos, tu franqueza,
tu esperanza y tu cansancio,
en las horas contadas / robadas a lo correcto, 
trenzamos un lazo más fuerte y verdadero
que los hechos en las fábricas.

Me / te aseguraste al escondite,
sin cortar las alas y las raíces antiguas,
no nos hicimos cosas / nos hicimos más personas.
Sin pertenecerme / te , nos hicimos nuestros.

Si pudiera gritar por las calles que nuestra amistad
es más grande que sus amores de contratos de cartón y anillos dorados,
nadie me lo creería, las comadres susurrarían
nuestra historia a media voz, nos censurarían y dirían
que no es más que farsa y desvergüenza.

En algo tienen razón:
no me avergüenzo.

Eres mi amigo, mi hermano,
mi cuerpo-refugio, mis ojos-amaparo.
Soy los tuyos.

Un momento a solas lejos del ruido vulgar.
Es todo lo que necesito para rearmarme antes
de volver al dolor cotidiano.

Benditos sean los malditos.
 

domingo, 4 de octubre de 2009

Trinidad Magdalena

Yo te quiero libre
como te viví
libre de otras penas
y libre de mí.

Silvio Rodríguez.

Un día, sin pedir permiso,
llegó el lucero a alojarse en mi vientre.
Apenas una ráfaga azul presagió su venida.

Me habitó por completo,
se apropió de mi mente y mis sentidos.
Su dulzura llenó mis sueños,
su luz me iluminó en los momentos de tinieblas.
Su llegada fue la entrada en el reino de los cielos,
el consuelo en el dolor
la alegría completa,
el miedo permanente de perderla.

El lucero se duerme a mi lado,
colma mis sábanas de destellos de durazno
y mis ojos los llena de amaneceres.

El lucero crece junto a mí,
adorna mis días con estrellas rosadas
y mis noches con canciones de cuna.

El lucero me abrazó
y ya no estuve sola.

¿Lo sabes?


La multiplicidad de los besos

besos que duelen
besos que curan heridas
besos que embriagan
besos que drogan
besos que matan
besos que salvan
besos que endulzan
besos que trastornan
besos besos besos

besos he tenido por miles
pero son los tuyos
sólo los tuyos
los que sólo una vez probé
los que me angustian
los que me frustran
los que hoy
no me dejan pensar

tu indiferencia duele
la locura de no saber
el dolor de perderte
tu sombra se desvanece
en cuanto mis ojos
tocan los tuyos

nadie me dijo que tu beso
era una despedida
nadie me dijo que el cielo
sabía a muerte.

Rejas rotas / Conversación

A Jaicius,
mil gracias
por dar la última vuelta
a la llave de la reja
y permitir la fuga masiva


Años esperaron las palabras
atrapadas en la garganta
atoradas en las muñecas
escondidas tras el humo del tabaco

encerradas / enjauladas
el pánico escénico
el miedo a la libertad
el terror a los recuerdos
las obligaron a marchitarse
confinadas a apretujarse
en la cabeza, en el corazón

pero el dolor que las condenó
ahora necesita de su auxilio
ya no caben todas juntas
se caen / gotean por los dedos
por las orejas / por los dientes
se fugan de su presidio
se liberan de su sentencia

las palabras se me hicieron ajenas
un día / nos desconocimos
ahora esas mismas extranjeras
que siempre estuvieron en mi sangre
me dicen : "No nos destierres
te poblamos desde siempre,
llevamos tu alma
amarrada a nuestras trompetas"

Ahora las mando a recorrer el mundo
tal vez así logren limpiarme
de toda la basura que años de encierro
de dolores y decepciones
dejaron dentro.